Miguel Cabanellas Ferrer





Biografía de Miguel Cabanellas Ferrer

Miguel Cabanellas

Al estallar la Guerra Civil española, en julio de 1936, el general Miguel Cabanellas era el jefe de la V División Orgánica. Adherido a la rebelión, fue nombrado, antes de que acabara aquel mes y en virtud de su antigüedad, presidente de la Junta de Defensa Nacional, primer organismo creado por los alzados para su propio funcionamiento institucional y administrativo.

Miguel Cabanellas Ferrer (1872-1938), militar español, presidente de la primera Junta creada por los militares sublevados en 1936, durante la Guerra Civil.
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UNA LARGA CARRERA MILITAR
Nacido el 1 de enero de 1872 en la ciudad murciana de Cartagena, estuvo destinado como oficial en la guerra de la Independencia cubana (fase definitiva, desarrollada entre 1895 y 1898, de las llamadas guerras de Cuba). Posteriormente, participó como miembro del arma de caballería en la importante campaña iniciada en 1909 en el norte de África como parte fundamental de las guerras de Marruecos. Organizó las unidades de Regulares compuestas por marroquíes y las dirigió en el combate que, en 1911, permitió la conquista de Larache. Más tarde, tras el desastre de Annual, a partir de agosto de 1921 y ya como general, tuvo bajo sus órdenes a algunas de las tropas que trataron de recuperar el territorio ganado por los rebeldes rifeños y que defendían la ciudad de Melilla.
Republicano liberal y masón, en 1926 (durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera), fue pasado a la reserva cuando era gobernador militar de Menorca. Por ello, en 1929 participó en la conspiración encabezada por José Sánchez Guerra. Ya en la II República, ejerció como jefe de la II División en Andalucía, y fue nombrado director general de la Guardia Civil en 1932, y jefe de las fuerzas militares de Marruecos. Además, en 1933 resultó elegido diputado por las listas del Partido Radical.
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PRESIDENTE DE LA JUNTA DE DEFENSA NACIONAL

En julio de 1936, cuando desempeñaba la jefatura de la V División Orgánica, con sede en Zaragoza, se unió al pronunciamiento militar que provocó el estallido de la Guerra Civil española. Después de que declarara el estado de guerra, el general Miguel Núñez de Prado se trasladó hasta esa ciudad aragonesa para evitar que se uniera a la sublevación; asimismo, el propio Diego Martínez Barrio (nombrado jefe de gobierno por el presidente de la República, Manuel Azaña) le rogó que depusiera su actitud, pero Cabanellas se sumó decidida e inopinadamente a los rebeldes (aunque desde una posición peculiar y pro republicana). En su calidad de militar más antiguo, fue el primer y único presidente de la Junta de Defensa Nacional desde el 24 de julio de 1936 (cuando los militares alzados crearon este organismo) hasta el 3 de octubre del mismo año, fecha en que el general Fidel Dávila pasó a encabezar el nuevo entramado gubernamental de los rebeldes, la Junta Técnica de Estado. Al parecer, Cabanellas fue elegido por sus compañeros de armas para apartarle del mando de las tropas, dado que se le consideraba poco afecto y de dudosa afiliación a la causa rebelde.
En septiembre de 1936, desde la presidencia de la Junta de Defensa Nacional (que también integraban, como vocales, los generales Andrés Saliquet, Emilio Mola, Fidel Dávila y Miguel Ponte, y los coroneles Fernando Moreno y Federico Montaner), se opuso al nombramiento del general Francisco Franco como jefe supremo de la sublevación. En la toma de tal decisión, adoptada en un aeródromo ubicado en la provincia de Salamanca, Cabanellas fue el único que se mostró disconforme con la designación de Franco, a quien conocía por haberlo tenido a sus órdenes en las campañas marroquíes años antes y de quien desconfiaba por su carácter propenso a la dictadura. De esa forma, cuando el 1 de octubre de 1936 se hizo oficial el acceso de Franco a la jefatura militar y política de los rebeldes, Cabanellas, que había firmado el decreto en cuestión, perdió todo ascendiente decisorio sobre la sublevación y el desarrollo bélico. Destinado a tareas burocráticas, se le nombró inspector general de Hospitales, puesto que desempeñaba cuando falleció el 15 de mayo de 1938, en Málaga, un año antes del final de la Guerra Civil.

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